jueves, 21 de abril de 2011

II BATALLA


Dieciocho años después el Real Madrid gana la ansiada Copa del Rey venciendo al Barça, 0-1, en la final más emocionante e intensa que se recuerda. Fue además la más vista de la historia, reuniendo frente a sus televisores a una media de 12.849.000 aficionados (67,7% de share), que aumentó hasta los 14.172.000 (73%) durante la prórroga.

Este partido no tuvo nada que ver con el del pasado sábado. El Madrid volvía a salir con el trivote formado por Xabi, Khedira y Pepe, pero en esta ocasión con la línea de presión más adelantada, y con Özil como titular formando el tridente arriba con Di María y Cristiano. Un 4-3-3 que salió a por todas y que desactivó y frenó a un Barça que no supo reaccionar durante los primeros 45 minutos ante la superioridad blanca. Las ocasiones madridistas se iban sucediendo al igual que las pérdidas de balón culés, y el Madrid se pudo ir al descanso venciendo tras varias ocasiones, la más clara una de Pepe que dio en el poste. Pero el destino no lo quiso así, ya que nos esperaban 75 minutos más de tensión.

La segunda parte parecía otra cosa con el Real Madrid acusando el esfuerzo y la presión de la primera, y el Barça ya fuera del atontamiento inicial. Los blancos apenas tocaban balón y cuando lo tenían no tardaban en perderlo, las ocasiones azulgranas se sucedían, y Casillas, otra vez primordial, salvó a su equipo hasta en tres ocasiones. Pero el balón no entró, y la segunda parte acabó con unos últimos minutos de asedio del Madrid al Barça, ya con las pilas cargadas para la prórroga que les esperaba.

Tras unos minutos en los que vimos a ambos equipos haciendo piña en torno a sus entrenadores, comenzó la prórroga con los dos equipos presionando y enchufados. Y fue en el minuto 102 de partido cuando una genialidad de Cristiano decidió el resultado final. Tras una pared con Marcelo en la banda izquierda, Di María centra al área, y Cristiano de cabeza marca un golazo de libro. Con el madridismo eufórico, sabiéndose ya practicamente ganador de la copa, el equipo se vino arriba y los blancos tuvieron más ocasiones para matar el partido, hasta que Undiano hizo sonar el pitido final y el Real Madrid se proclamó campeón celebrándolo por todo lo alto. No faltó de nada: los jugadores vestidos con camisetas conmemorativas y banderas españolas y del Madrid, todos unidos en una piña saltando abrazados, el tradicional piscinazo en el fondo donde se concentraba su afición, y hasta el manteo a Mou... y así, más contentos que unas castañuelas, la plantilla blanca subió a recoger el trofeo con Casillas el último para levantar la que es su primera copa como capitán blanco ya sin Raúl, del que se acordó Sergio Ramos que con capote en mano emuló al ex-capitán merengue mostrando sus habilidades taurinas. Tras esto tocó irse corriendo, y es un decir, porque tardaron más de cuatro horas en llegar a Cibeles a celebrarlo con los miles de aficionados, unos 50.000, que se congregaban en el templo blanco para rendirle culto a su diosa. Por cierto, que se hizo raro, muy raro no ver a Raúl allí subido a ella para engalanarla, pero Casillas se encargó de ello, y los madridistas se subieron al autobús rumbo a sus casas para descansar, porque han ganado una batalla, pero aún no la guerra.

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