El Real Madrid se impuso 2-0 al Borussia de Dortmund en los últimos diez minutos de un partido loco en el que los blancos tenían que remontar el 4-1 que se llevaron de Alemania. No fue suficiente, y los de Mourinho, volvieron a quedarse a las puertas de la ansiada final.
Toda la
promoción sobre la remontada que el Real Madrid ha promovido durante esta
última semana, surtió efecto en la afición, que más entregada que nunca, llenó
los aledaños del Santiago Bernabéu para recibir a sus jugadores como héroes al
grito de “sí se puede”, tan manido en la última temporada entre los equipos
españoles. El partido comenzaba con un Bernabéu engalanado con un mosaico
impresionante en el fondo sur con los colores del club y de España, que logró lo
esperado, desestabilizar a los alemanes que salieron, y perdón por la
expresión, acojonados ante la que se les podía venir encima. Los primeros
20-25 minutos del Madrid fueron francamente buenos, salieron como hay que
salir, a por todas, buscando encajar el primer gol que encaminara la remontada.
Pero la suerte no estuvo del lado de los blancos, que fallaron hasta tres
ocasiones claras de gol. Primero Higuaín sólo ante el portero; luego Cristiano en una ocasión que
Weidenfeller se encontró y abortó con el pecho; y por último Özil, en la más
clara de todas, que ante la visicitud de meterla él, solo ante el portero, o
pasársela a Cristiano, completamente solo al otro lado, perdió el tiempo y
falló.
A pesar de ésto, la suerte tampoco estuvo del lado de los alemanes, que también disfrutaron de alguna
posibilidad clara para finiquitar el tema, y tampoco acertaron. Las más claras en la segunda
parte, cuando el Madrid ya no apretaba como antes y el factor sorpresa y susto,
se habían pasado. Lewandowski disfrutó
de dos clarísimas, una que se iba alta y otra que el larguero echaba fuera. La
última era de Gündogan, pero un Diego López proverbial, aparecía para recordarnos
al Santo y su mejor repertorio de
milagros.
La parada
tuvo un efecto despertador en los blancos y su afición, que volvieron al asedio
del arreón inicial, y Benzema abrió la pequeña rendija que daba esperanzas a
diez minutos del final. El Bernabéu, en éxtasis, creía más que nunca. Sergio
Ramos, el mejor del partido, que se dejó la piel hasta el final estando en
todas partes y frenando e intimidando a la estrella del Dortmund, marcó el
segundo que hacía presagiar el milagro y la locura de la remontada en el último
suspiro. Pero, como decíamos, la suerte no estaba de parte del Real Madrid que
se volvió a quedar en el “casi”, a las puertas de la soñada Décima, acordándose
y lamentándose de lo que pudo ser y no fue.
Al final del
partido, un Sergio Ramos roto, que había llorado de rabia con el pitido final,
atendió a la televisión para recordar, una vez más, que si el Madrid hubiera
puesto la misma entrega y corazón en Dortmund, podríamos estar hablando de otra
historia. Y es que, ésa es la sensación que queda, que el Real Madrid pudo dar
más de lo que dio.
Al margen de
la actitud, se vuelve a notar, a pesar del gol y la asistencia de Benzema, la
falta de una delantera efectiva y fiable como la del año pasado; ya que un
grande como el Real Madrid, no debe depender sólo de Cristiano Ronaldo, que
aunque magnífico, no puede hacerlo todo solo, y menos cuando está algo tocado
como lo estuvo ayer. A lo mejor, éso es lo que faltó ayer para redondear la
noche, el golito, que de estar al 100%, muy probablemente habría marcado el portugués.
A la espera
de lo que pase hoy con el Barça, viendo lo que pasó el año pasado y lo que está
a punto de pasar éste; se puede decir que, otra vez más, los españoles, hemos
pecado de creernos superiores y vernos ya en la final. Esperemos que éstos dos
últimos años, nos sirvan de lección para los próximos, y nos demos cuenta que
en Champions todo puede pasar, y que veinte, y hasta diez minutos locos, pueden
cambiarlo todo y en fútbol nunca se puede especular.
Pata
terminar, me gustaría hablar del tema del que todos los medios deportivos se
hacen eco hoy: la, prácticamente, segura marcha de José Mourinho al Chelsea. Aunque
caiga en contradicción al mencionarlo, no me gusta que hoy ésto sea noticia.
Creo sinceramente que Mourinho se equivoca tanto al irse, como al dejarlo caer
ayer por la noche tras la eliminación de su equipo en las semifinales de la
Champions por tercer año consecutivo. Se equivoca porque vino aquí para ganar
la Décima que aún no ha ganado, y porque un ganador como él, no puede irse de
éste equipo sin alcanzar la gloria que vino a buscar; y se equivoca porque ayer
no era el día para decir que quizá se va porque aquí no le quieren, cuando la
afición se ha dejado el alma animando y apoyando a jugadores y a entrenador
durante toda la semana, y creyendo en la remontada después del lamentable
partido de la semana pasada.
Imágenes: sportyou.com y laprensa.hn